miércoles, 15 de mayo de 2019

Nadal y la ilusión de la igualdad




Que nos salga un señoro endiosado y elevado a los altares como es Rafa Nadal, a cuestionar la igualdad de géneros bajo argumentos tan manidos como la valía o señalando que en profesiones como el modelaje las mujeres cobran más, no es algo que nos pille de sorpresa. Sin dejar de reconocer su mérito como deportista y otros valores personales que he de admitir ha mostrado a lo largo de su vida, no es menos cierto que en cuestión de igualdad entre mujeres y hombres el tipo patina como un ciervo en un lago helado. ¿Qué le vamos a hacer? No es el primero ni será el último. No negaré que ante una persona como él que, en ciertos momentos de su vida, ha mostrado tener principios éticos y morales encomiables, me apena que la ignorancia sobre la realidad de las mujeres, el feminismo y las estructuras de poder se impongan en un señoro que podría ser un gran ejemplo a seguir pero que, en cambio, ha decidido ser vocero de los prejuicios y estereotipos de toda la vida tras el escudo neoliberal de la meritocracia, como si los condicionantes sociales, económicos, culturales, de género, raza, religión, etc., no contaran para nada.

Cabría decirle a este señoro, aunque sólo fuera a título informativo, que las mujeres no ganan menos porque valgan menos sino porque hay todo un sistema social, económico, político y cultural empeñado en ponernos la zancadilla. Que si las mujeres no triunfan tanto como los hombres es porque a ellas se les pone todo indescriptiblemente más difícil para conseguir los mismos logros. Que si las mujeres renunciamos al triunfo y al liderazgo es por cuestiones que a él se le escapan como la socialización de la “inferioridad natural femenina”, o la censura de valores que en ellos se ensalzan y en ellas se demonizan, o la doble y triple jornada que obstaculiza a las mujeres el llegar tan lejos como deseen. También me gustaría decirle a este dechado de inteligencia supina, que si las mujeres cobran más en el mundo de la pasarela no es porque haya igualdad en la sociedad y por eso de manera espontánea hay áreas laborales donde las mujeres están más empoderadas, ya quisiéramos. Las mujeres cobran más en este mundo porque es el reino de la cosificación femenina por excelencia, donde a las modelos se las paga para representar el ideal imposible de belleza con el que se imponen al resto de mujeres estereotipos imposibles de conseguir, con el fin de que nos sintamos disconformes con nuestro cuerpo y empleemos tiempo, dinero y energía en perseguir algo inalcanzable y que nos distrae de metas más interesantes como nuestra formación profesional, nuestro crecimiento personal, el fortalecimiento de la autoestima o la lucha social por la igualdad.

Pero he de decir que esto no me pilla por sorpresa. Tampoco que miles de mujeres se hayan lanzado a divulgar con miles de likes y caritas sonrientes el vídeo de este señoro, aplaudiendo su “imparcialidad”. Aunque duele, eso sí que duele. Mujeres que han debido crecer limitadas con todos los estereotipos del mundo, mujeres que pasan miedo por las noches al volver a casa, mujeres que no ascienden en su trabajo porque un compañero hombre es considerado mejor para el puesto, mujeres que ocupan los empleos más precarios de la sociedad, mujeres que luchan por que su ex les pase una miserable pensión por alimentos para dar una vida medianamente digna a sus hijos,…, todas esas mujeres sonriendo satisfechas ante un hombre blanco, heterosexual, triunfador, económicamente potente,…, hablándonos de igualdad.

Sí, hermanas, duele escucharos, duele leeros, duele sentiros. Simplemente duele.



Patri Arcadas

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