viernes, 20 de agosto de 2021

Afganistán ¿dónde están las feministas?

 

A ti, que contemplas lo que está sucediendo en Afganistán y te preguntas ¿dónde están las feministas? Y ciertamente tu pregunta no carece de tono, tu pregunta es una acusación, una queja, una interpelación, un insulto, un cuestionamiento al movimiento feminista que parece incomodarte más que los mismos talibanes.

Como feminista me veo interpelada por tu pregunta así que yo, a su vez, también tengo para ti varias cuestiones:

¿Te has molestado de verdad en averiguar qué hacemos las feministas? ¿Sabes que se han promovido escritos pidiendo a los respectivos gobiernos mundiales que actúen en pro de estas mujeres? ¿Sabes que en redes sociales hay una auténtica guerra tratando de encontrar estrategias, programas y ayudas para las afganas? ¿Sabes que se está dando visibilidad a las mujeres de este país para que cuenten sus experiencias, sus miedos y temores y así concienciar a los gobiernos que sí que tienen capacidad para hacer algo? ¿Sabes que se está recaudando dinero desde varias ONG para ayudarlas? ¿has donado ya o sólo lo estamos haciendo las feministas?

 

Nos preguntas qué hacemos y dónde estamos las feministas, ¿por qué nos preguntas a nosotras? Nosotras no tenemos poder, no tenemos dinero, no tenemos influencias, no tenemos armas. ¿Por qué no les haces la misma pregunta a los gobiernos, a las grandes empresas que se han lucrado en Afganistán, a los bancos, petroleras, farmacéuticas, fabricantes de armas? ¿por qué no les preguntas a ellos, que sí que tienen todos los recursos, dónde están ahora ante el conflicto afgano? ¿Acaso no te das cuenta de que nosotras no somos nadie? Mindundis que, cargadas de argumentos y razones, hacemos tanto ruido como para incomodarte pero poco más tenemos frente al poder real y el dinero que, oh sorpresa, están mayoritariamente en manos masculinas.

Así que ¿por qué no le preguntas a los hombres que están en los gobiernos, en las grandes corporaciones, en los centros de poder, dónde están ellos ante lo que está ocurriendo en Afganistán?

¿De verdad quieres que hagamos algo más?  Nos encantaría, de veras, así que exige a ese partido al que votas que nos de armas, que nos de recursos, dinero, ejércitos,…, verás hasta dónde podemos llegar las feministas.

Mientras tanto estamos tan impotentes como tú, más aún, porque no sólo estamos concienciadas sobre lo que pasa en el mundo con las mujeres sino que debemos soportar acusaciones tan superficiales y baladíes como tu pregunta.

Las feministas nunca hemos estado ni estaremos indiferentes al dolor de las mujeres, sean de Afganistán, Kenia, China o Canadá, cualquier mujer, cualquier lugar del mundo. Simplemente carecemos de poder y a pesar de ello fíjate cuanto ruido hacemos que somos capaces de estar en tu boca incluso para cuestiones en las que no tenemos responsabilidad ni capacidad de actuación, pero ya se sabe, el feminismo incomoda más que la injusticia, que la muerte y que el sufrimiento.

No me preguntes a mí, a nosotras las feministas, pregunta a los hombres que están creando este infierno en la tierra para las mujeres. Nosotras no somos nadie, sólo mujeres, no más pero tampoco menos.

 

 

Patri Arcadas

martes, 3 de agosto de 2021

De una letra, unas gafas violetas y cómo me quedé sin canción


 

Nunca dejas de aprender a utilizar las gafas violetas. Empiezas poco a poco, sintiéndote incómoda o/y enfadada por cosas que te suceden, ves, experimentas, oyes, después vas empapándote de teoría feminista, escuchas a mujeres que llevan en esto más que tú, filósofas, juristas, psicólogas, profesoras o simplemente a tu amiga o tu vecina que llevan más recorrido y te abren los ojos. Poco a poco despiertas, aprendes, observas y, sobre todo, reflexionas.

Yo llevo en ese camino muchos años y no dejo de sorprenderme de la enorme habilidad con la que el patriarcado impregna cada uno de los aspectos de nuestra vida, desde los más grandes a los más nimios y estoy segura de que debe de haber cientos que se me escapan. Cuento esto porque ayer, mientras hacía un largo recorrido para hacer una visita a un familiar, puse mi lista de canciones para conducir; al cabo de un tiempo empezó a sonar una a la que, hasta ahora, tenía especial apego porque me parecía rompedora, provocativa, rebelde,…, y de pronto algo en mi interior empezó a incomodar. ¿Qué sería? Llevo escuchando esta canción muchos años y esto incluye todos los años en que llevo poniéndome las gafas violetas y analizando mi alrededor con perspectiva feminista, ¿qué estaba pasando entonces? ¿qué alarma había saltado en el interior de mi cabeza de repente?

Escuché atentamente la letra y no encontré nada nuevo así que empecé por el principio ¿quién escribió esta canción? Un hombre: Patxi Andión. Este tío era aliado ¿no? Sí, eso decía él, pero eso tampoco es decir gran cosa, que como asegura el dicho el camino se hace andando y el aliado se demuestra siéndolo y no diciéndolo. Y aquí empecé a ver dónde estaba el problema. La canción se titula “Si yo fuera mujer” y se supone que es “una loa a la liberación femenina y una crítica a los hombres estilo 'playboy' y a la rigidez machista de la España de aquel momento”; quiero suponer que el cantautor lo hizo con la mejor intención posible y que, en aquel entonces, sería la bomba, pero ahora que hemos avanzado en los análisis feministas la letra de esta canción chirría o al menos a mí me lo hizo. Lo que vendría a decir es esto más o menos:  

Si yo fuera mujer / Tendría que empezar / Por abrir del todo / El telón del fondo del mito virginal / Y del hombre macho / Si yo fuera mujer / Podría publicar / Miles de razones / Del secreto de don juan / Las carcajadas nos harían llorar / Si yo fuera mujer / A mí no me tocaba / Un tonto con coche / Música de fondo / Y pose de John Wayne / Me daría el gusto de violarle a él / Y así nada de igualdad / Muerte al violador / Premio a la infidelidad / Desearía tomar eso / Que ellos llaman nuestra libertad / Si yo fuera mujer / Si yo fuera mujer / Yo me tendría que querer/ Si yo fuera mujer / No me casaría / Nada de sostén / Nada de pastillas / Que las tome él / Y ahora que lo sabes / Ahora tómame / Y así nada de igualdad / Muerte al violador / Premio a la infidelidad / Desearía tomar eso / Que ellos llaman nuestra libertad / Si yo fuera mujer / Si yo fuera mujer / Yo me tendría que querer / Si yo fuera mujer.


Así a priori entiendo por qué me gustaba esta canción: nada de virginidad, adiós hombre macho tipo John Wayne, fuera pastillas o sostenes, muerte al violador (lo de darme el gusto de violarle a él, ya si eso para otro día) Así pues, ¿qué me estaba incomodando de la canción? ¿qué había surgido de repente en mi cerebro que me hacía chirriar la letra? Finalmente lo entendí y proviene del mismo origen, como he dicho: esto lo ha escrito un hombre. Un hombre que, por muy bien intencionado que sea no deja de serlo, de haber sido educado como tal y que muy probablemente se beneficie de sus privilegios sin cuestionarlos y ni siquiera percibirlos. Sólo un hombre podría hablar de que si fuera mujer se daría el gusto de violarlo a él, porque sólo un hombre es educado en el placer de la violencia, a las mujeres no nos seduce la perspectiva de violar a otro ser humano. Sólo un hombre tendría la osadía de decir que si fuera mujer no consentiría X, claro, porque da por hecho que si fuera mujer sólo su cuerpo cambiaría, no su mente, y en su mente privilegiada de hombre se puede permitir decir qué permitiría o qué no, en su mente de hombre es incapaz de imaginar siquiera los condicionamientos sociales y psicológicos, la presión estructural y cultural que una mujer sufre para aceptar a todos los John Wayne del mundo, los sostenes y el peso de la anticoncepción. Sólo un hombre tendría la arrogancia de decirnos qué haría él si fuera mujer, creyendo conocernos, saber de nosotras y nuestras vidas, de nuestros miedos y traumas y socialización, sólo un hombre podría humillarnos diciéndonos “ey chicas, esto lo que haría yo, ¿por qué no lo hacéis vosotras?”. Así que aquí tenemos una canción supuestamente feminista, escrita por un hombre supuestamente aliado, diciéndonos lo que tendríamos que hacer y dejando en el aire una tácita ¿acusación? ¿cuestionamiento? ¿interpelación? sobre por qué no hacemos todo esto para liberarnos.

Porque sólo un hombre podría verlo tan fácil.

Y a mí se me ha jodido otra canción.

 

Patri Arcadas

 

lunes, 28 de junio de 2021

Cuando el Orgullo LGTBI se queda en T

 


Este mes se celebra el Orgullo LGTBI. Ni siquiera ahora que estoy escribiendo estas siglas sé si las he puesto en el orden correcto o si me falta alguna letra según el discurso oficial, pero de lo que estoy absolutamente segura es de que ha pasado de ser un movimiento al que he apoyado sin reservas a uno que miro con mucho recelo, por no decir con estupefacción.

Recuerdo que cuando tenía catorce o quince años era la única alumna de mi clase que se había planteado cuestiones referentes a la orientación sexual, el resto de alumnos y alumnas no sabían ni qué era eso pero, desde luego, lo que tenían muy claro eran los prejuicios inyectados en vena por una sociedad homófoba y lesbófoba,. Omito intencionadamente la transfobia y la bifobia porque ambos conceptos eran entonces directamente inexistentes, las mujeres trans eran unos “maricones con vestido”, los hombres trans “¿cómo? ¿qué eso?” y las personas bisexuales “unas viciosas”. Aclaro que estas opiniones eran lo común en aquellos tiempos, hace veinte o veinticinco años y no opiniones personales y lo aclaro antes de que algún buenrollista-queer-posmoderno-brillibrilli le dé por insultarme por discurso de odio o tránsfoba o algo similar, que de eso ya tendré después con toda seguridad. Recuerdo perfectamente que cuando defendía la libertad individual de cada cual de amar a quien quisiera fuera de su mismo sexo o no, la gente me miraba como si me hubiera salido una cabeza extra o, directamente, hacían un gesto de repugnancia. Después, con el tiempo, las reivindicaciones de este colectivo empezaron a escucharse en voz alta y, afortunadamente, la sociedad pareció caminar hacia un modelo más tolerante y comprensivo.

Ahora miro las noticias de los eventos, manifestaciones, declaraciones, vídeos conmemorativos y un largo etcétera relativos a esta fecha y a las reivindicaciones del colectivo y mi pasmo alcanzan niveles insospechados y no reconozco el movimiento con el que me solidaricé hace años. Para empezar una no deja de tener la sensación de que la T ha fagocitado el resto de las siglas y todas las reivindicaciones, manifestaciones y conmemoraciones se centran y giran en torno a ese escaso 0,01% de la población (venga, vamos, voy a ser generosa y os concedo el 1% aunque no sea más que por redondear al alza) Por supuesto, lo que hasta la misma T ha olvidado es que existen lo que elles llaman hombres trans, pero bueno ¿a quién le importan si al fin y al cabo nacieron mujeres?, la T gira en torno única y exclusivamente de lo que llaman mujeres trans. ¿Dónde están los bi? Ni idea. ¿Y los homosexuales? Bueno, por desgracia suelen tener más conciencia de su propio sexo que de cualquier otra discriminación u opresión, así que las voces que se oyen están mayoritariamente de parte de sus amigos, la fratría autoidentificada. ¿Y las lesbianas? Ni están ni se las espera, después de todo sólo son mujeres ¿no?

Sinceramente, en un movimiento que habla de orientaciones sexuales ¿qué pinta la T o cualquiera de esas siglas que se van sumando sin orden ni concierto? No es de extrañar que empiecen a formarse grupos como Red LGB que se desmarcan del movimiento oficial para plantar cara al sinsentido en que se ha convertido la voz oficial del movimiento, es más, casi que me atrevería a decir (y no soy la primera en hacerlo) que las mujeres lesbianas y bi deberían tener su propio movimiento, porque como mujeres siempre serán relegadas e invisibilizadas en espacios donde haya hombres.

Y ¿sabéis qué? Me sabe mal haber pasado de respaldar el movimiento con alegría y con la sana satisfacción de estar defendiendo a un colectivo discriminado, a tener que pasar de puntillas y leer siempre entre líneas lo que los adalides de este movimiento dicen o escriben, siempre sospechando que, o bien sólo hablan de transfemeninos o nos las están colando a las mujeres con su misoginia más o menos declarada (o ambas cosas, por qué no decirlo). Sí, sabe mal que estos colectivos que han recibido siempre el apoyo del movimiento feminista estén siendo no sólo desagradecidos sino francamente traidores con quienes fueron sus defensoras.

Y es que las mujeres, hasta para recibir agradecimiento, siempre somos las grandes olvidadas.

 

Patri Arcadas

jueves, 25 de marzo de 2021

Mea culpa. Yo fui regulacionista, yo fui transfriendly

 

A veces echo una mirada atrás y me doy cuenta de cuánto he cambiado. El lugar del que arranqué en esto del feminismo está radicalmente opuesto al que estoy ahora y a saber dónde se situará con los años.

No quisiera decir que me avergüenzan mis antiguos posicionamientos porque en su momento los defendí con la mejor fe y siempre en la creencia de defender al más débil, pero sí, me avergüenzo, me avergüenzo de mi inocencia, de mi ignorancia, de mi falta de perspicacia,…, así fue, así es.

El patriarcado nos lleva muchos siglos de experiencia a las feministas así que está mucho más versado que nosotras en el arte de la manipulación, del engaño, del disfraz. A lo largo de la historia supo convencernos de que nuestra posición de sumisión era innata, que éramos inferiores y por tanto necesitábamos a un hombre a pesar de que las vidas que vivíamos nos demostraban nuestra propia capacidad y fortaleza, nos convencieron de que nuestro lugar en el mundo era estar debajo de los hombres, y cuando empezamos a reaccionar, cuando ese movimiento maravilloso y liberador que es el feminismo empezó a nacer, a florecer, a existir por y para nosotras, supo convertir sus logros en beneficios patriarcales. No es que no hayamos avanzado, por supuesto que se han logrado muchas cosas y que nuestras vidas en nada se parecen a las de nuestras ancestras, pero parece que cada logro siempre es rebatido por el patriarcado y siempre, de algún modo, le saca provecho.


Por poner un par de ejemplos, hace quince años mi posición ante la prostitución era el regulacionismo. Creía de corazón que eso conllevaría una mejora de la situación de las mujeres prostituidas, que podrían cotizar, tener derechos sociales reconocidos, derecho a la salud,…, ni siquiera sé cómo llegué a esta idea pero en aquel entonces eso es lo que nos vendían a las personas de izquierdas y progresistas. La misma campaña de marketing es el que tiene hoy en día el tema trans. Yo también compré en su momento el discurso emotivo, también me tragué el anzuelo tantas veces tendido a las mujeres de la compasión y el cuidado, como si fuera responsabilidad nuestra todas las causas e injusticias del mundo, yo también me creí aquello de que las mujeres trans son mujeres simplemente con el mantra de la pena, la compasión, “pobres personas, cuánto sufren”. Hay que joderse lo bien que trabaja el patriarcado, es capaz de venderle hielo a un esquimal. Y lo siento, sí, mea culpa, yo compré ese hielo. Reconozco que me constó muchas lecturas, tiempo y culpabilidad, porque el patriarcado es tan hábil que nos hace sentirnos culpables cuando no somos adalides de todas las causas, porque me sentí que estaba discriminando a estas personas y haciéndolas sentir peor de lo que ya se sentían, pero a base de lecturas, de la hábil y siempre maravillosa argumentación de compañeras feministas y el apoyo de éstas, conseguí ver la luz. Y no, no soy tránsfoba por pensar que las mujeres somos las hembras humanas, decir la verdad no es tránsfobo, defender tus derechos no es tránsfobo, hablar de nuestras experiencias y nuestras realidades no es tránsfobo. Tampoco pedir la abolición de la prostitución me convierte en putófoba, precisamente es el amor que les tengo a las mujeres más débiles, más abusadas, más maltratadas,  lo que me lleva a pedir la abolición de la prostitución.

Así que aquí estoy, hermanas, compañeras, amigas, para entonar un mea culpa, un “me equivoqué”, un “me engañaron aprovechándose de mi talante progresista”, pero desperté, todas y todos podemos hacerlo y enfrentarnos a este patriarcado tan hábil, tan astuto, tan poderoso, que siempre se nos cuela a la mínima.

 

Patri Arcadas