miércoles, 24 de abril de 2019

Votando feminismo



No voy a aportar nada nuevo en estos días pre electorales. Decir que es urgente que las mujeres salgamos en masa a votar no es más que una reiteración. El problema de todo esto es que no dejamos de predicar entre conversos, es decir, hablamos por y para personas que ya están convencidas de lo que les contamos, así pues ¿cómo llegar ante las indecisas, las equivocadas, las mal informadas? Y sí, lo sé, se me puede acusar de prepotente y arrogante por suponer que quien no comulga con mis ideas está equivocada o mal informada pero ¿de qué otra manera podría ser si alguien vota a quienes pretenden hacernos viajar al siglo pasado?

Reconozco que me resulta imposible de entender a las personas y especialmente a las mujeres que votan a partidos que defienden el adelgazamiento de lo público y por tanto van en contra de nuestros intereses como colectivo, como si no supiéramos por experiencia propia o por ejemplo ajeno o por simple aprendizaje histórico, que lo público no es sino una inversión para la sociedad en general y para las clases menos privilegiadas en particular. Que alguien de clase baja o media o colectivos vulnerables vote a las derechas me resulta un ejercicio de incongruencia totalmente imposible de practicar. Ya lo decía mi abuelo: “no hay nada más tonto que un pobre de derechas”. ¿Qué nos ha pasado para que se nos olviden las diferencias de clase? ¿acaso hemos comprado el discurso neoliberal? ¿acaso no queremos reconocernos como “simples curritos” y aspiramos de esa forma patética y pretenciosa a ser unas “clases medias” que no somos? Y en cuanto a las mujeres ¿cómo se puede defender a quienes pretenden imponernos unas maternidades no deseadas? ¿a quienes defienden unas religiones que nos degradan a las categorías de animales o al de infantes poco desarrollados intelectualmente? ¿cómo se puede votar a quienes niegan la violencia de género, las violaciones, el acoso, la brecha salarial, la discriminación de género,…?

Todo esto es lo que nos jugamos en próximo 28 de abril. Lo que me parece más triste es que cuando yo coja mi voto el domingo no lo haré pensando en qué partido defiende mejor mis intereses, quién se pone de mi parte como mujer y como ciudadana de clase no privilegiada, ni quién tiene más que aportarme. Lo que pensaré es quién de todos ellos tiene pensado quitarme menos. Estas elecciones más que ningunas no son electivas, SON DEFENSIVAS.



Patri Arcadas